Comentario
A comienzos del siglo XVIII, Francia era la tercera potencia colonial de América, con extensos dominios en Norteamérica, formados por la Nueva Francia y la Louisiana, un pie en Suramérica, que era Guyana, y unas Antillas en las que se desarrollaba una floreciente economía azucarera. Inglaterra se apoderó de la joya de la Corona, la Nueva Francia, en la Guerra de los Siete Años, decidiendo París traspasar entonces Louisiana a España. Quedaron en su poder solamente la Guyana y las islas azucareras, restos de un imperio colonial desvanecido, que ni siquiera Napoleón fue capaz de hacer revivir, pese a intentarlo.